jueves, 9 de diciembre de 2010

RESEÑA


Manifiesto Situacionista
Guy Ernest Debord fue un pensador, escritor y cineasta francés nacido en Paris. Hizo parte del grupo fundador de la revolucionaria Internacional Situacionista en 1958, influenciado profundamente por las teorías de Marx, Lukacs y Lefebvre. Entre sus libros se puede destacar La sociedad el espectáculo, obra en la que se hace referencia a todo ese conjunto de elementos como el cine, la literatura, la televisión, entre otras, que refuerzan y tienen vida dentro de la cultura, el urbanismo y la ideología de las sociedades. La IS fue una organización de artistas e intelectuales revolucionarios que buscaba acabar con la sociedad de clases combatiendo el sistema ideológico occidental, la llamado dominación capitalista.
El situacionismo estuvo profundamente influenciado por los movimientos vanguardistas de los anos 20 como lo fueron el surrealismo y el dadaísmo, en los que se negaba todo lo anterior y se proponía un repensamiento de la sociedad, con el fin de lograr una transformación radical del mundo actual. Significaba la dominación del pensamiento y la práctica en la política y en las artes,  inspirada en el la IS, cuyo planteamiento central era la creación de situaciones, y que proponía el comunismo consejista como orden social ideal. Bajo esta insignia, se creó un movimiento que logró dejar una huella en la historia y que propuso un manifiesto que, así a simple vista parezca denso e incomprensible, es una propuesta lúcida de lo que podría llegar a ser un movimiento revolucionario.
El sistema económico capitalista condiciona por completo las relaciones sociales del mundo. Es claro ver cómo a través de él se crean nuevas formas de lucha, todas alentadas por la lógica de mercado, mientras los deseos se encuentran condicionados por esa estructura económica que impide a las masas tener consciencia de su posición alienada. Como dice Debord, el objetivo principal de la clase dominante es, pues, la confusión, confusión que es generada en gran parte por esa gran industria cultural que es comandada por ellos. Mientras no exista creación revolucionaria por parte de las personas que se encuentran sumergidas en esa industria, seguiremos estando atados a una cotidianidad que no nos permite ver más allá de lo que unos cuantos quieren que veamos. Hay que inventar nuevas leyes sobre las relaciones que hay entre los objetos y las formas, no quedarnos en la simple conciliación que existe entre los dos.
El manifiesto propone una inmersión en el sistema para poder luego negarlo, no se puede negar algo que no se conoce, por eso es importante entender las relaciones que existen entre espectador y productor, para así lograr entender que existe un discurso hegemónico que indirectamente se le es impuesto a las masas. La ciudad, al igual que los demás escenarios en los que nos desenvolvemos, tienen un alto contenido simbólico que se consume inconscientemente. Debord propone el urbanismo como un espacio que debe apuntar  a la transformación de un lugar en el que los sujetos no aparezcan como seres gravitantes, sino que se conviertan en actores activos de un sitio en común. La ciudad puede ser entendida como el lugar en el que la revolución tiene lugar, pero para que esto sea posible, las personas deben articularse, mimetizarse con el espacio , encontrar los puntos de quiebre que hay en ella. Valdría la pena que algún día dejara de ser comprendida como un espacio inerte y pasara a ser vista como un espacio que posee vida propia y que, así sea de manera silenciosa se encuentre en constante transformación.   



La estrategía del colibrí- Franceso Morace

Francesco Morace es un sociólogo, escritor y periodista italiano, presidente de Future Lab Concept, una empresa consultora que ofrece asesoramiento a compañias privadas. Este hombre a dictado cursos y seminarios en varias países del mundo entre los que se encuentran; Brasil, China, Colombia, Corea, Finlandia, Francia , Alemania, Holanda, Japón, Rusia, España, Tailandia, USA y Rusia. Con la publicación de su libro La Estrategia del Colibrí, Morace propone un analisis de los multiples cambios a los que conlleva un sistema económico capitalisa; ofrece ideas e impresiones que proponen convertir en crucial y decisivo un momento histórico difícil de interpretar, y de el que hoy parece imposible escapar, me refiero a lo que conocemos hoy como la globalización.  
Actualmente es casi imposible concebir las economías de los paises por fuera de la escala global, en términos de Morace, existen 2 partes dentro de este sistema de relaciones; el primero esta referido a ese conjunto de personas que trabajan y crean la conexión entre lo local y lo global, estos sería considerados los colibríes que vuelan y transportan de un lado a otro la insipiración y versatilidad de todas las culturas; en Segundo lugar, están las flores, que dentro de este contexto serían los estímulos locales que crea cada pueblo con el fin de promover su globalización e integración en ese mundo globalizado, algo así como la capacidad de atraer la mirada del gran bloque y de este modo poder ser incluidos.
El mundo puede ser concebido como un gran cuerpo humano que necesita de todas y cada una de las partes para su funcionamiento optimo, en este sentido es necesaria la interacción cordial entre los países para que se de más que una relación bidireccional, una red de relaciones que se entrerejan desde todos los niveles de intreacción que existen. En este sentido vale la pena enfrentarse a una estrategia de comprensión y conocimiento de las diferencias, en la que las cualidades individuales no solo se unifiquen sino que se absorban, se transmuten y  convergan en un conjunto que vaya más allá de la globalización indiscriminada en la que se incluyan todos pero que en ese proceso de inclusion se pierdas las dignidades. 


Así pues, Morace nos enfrenta al concepto de ocasión, en el que se refiere a esa oportunidad de transformar el presente y descubrir el pasado, recogiendo las tensiones que puede generar en el futuro el encuentro con la diversidad. Es algo así como un momento perfecto de creación en el que se tienen en cuenta todos los tiempos, para de esto modo, conservar las identidades propias sin negar su modificación sino simplemente respentando su individualidad. En el momento en el que los países se empiezen a pensar com indispensables en ese proceso, su papel dentro de él va a ser mucho más importante y no simplemente visto negativamente como el que no está operando bajo los paramatros de lo global, es visto como atrasado o promitivo. Hay que dar un paso adelante sin descontextualizar las culturas, cada una es rica e importante por su singluaridad, pero si esto se pierde en el camino de nada va a servir su integración en el gran bloque. Es importante ante todo conservar las raíces, no avergonsarnos de ellas, pero tampoco creer que porque las exportamos o incluimos algo nuevo en ellas se va a perder su sentido. La globalización es un paso que hay que dar pero con mesura, calculado muy bien que todas las acciones que hagamos van a repercutir a gran escala. No vale la pena negar la globalización a tachar el capitalismo sino más bien inluirse en él para desde adentro poder combatir sus errores. En este momento las revoluciones colectivas no funcionan, yo propongo más bien una revolución individual en la que si quiero combatir algo lo hago desde su interior no señalándolo desde afuera. 

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